FORTALECER LAS FUERZAS POPULARES, TAREA DEL MOMENTO

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El paro indefinido promovido, organizado y  decretado por el Comité Cívico de Santa Cruz en contra del gobierno  por la aprobación de la Ley 1386 titulada LEY DE ESTRATEGIA NACIONAL  DE LUCHA CONTRA LA LEGITIMACIÓN DE GANANCIAS ILÍCITAS Y EL FINANCIAMIENTO  DEL TERRORISMO,  fue un movimiento claramente político con aviesas intenciones pues las luchas cívicas, históricamente, jamás han sido tan cívicas  como lo intentan mostrar los que conducen los mal llamados Comités Cívicos por las acciones antipatrióticas que realizan; espacios donde se han aglutinado los sectores oligárquicos y reaccionarios del país con un protagonismo creciente en los últimos  años debido al apoyo de plataformas mediáticas que, con el inusitado desarrollo de la tecnología comunicacional, se han convertido en el centro de las complejas escenas mediáticas en las que conviven y se adecuan  fenómenos  característicos de los medios masivos de comunicación y las redes sociales ocupadas de mediatizar todo, del que nos escapan las acciones políticas de un país, convertidas en una especie de microsistemas al servicio de los intereses oligárquicos y en contra de las aspiraciones de los sectores populares a los que bombardean con un trabajo sistemático de descalificación  que no excluye la mentira, la defenestración y la ofensa  a objeto de  afectar la conciencia de los oprimidos para que olviden o acepten su situación como algo inevitable y hasta necesaria, razón suficiente para enfrentar a esa hegemonía de la posverdad; además no es posible dejar de hacer referencia a los  errores tácticos de quienes condujeron el país desde los primeros años del presente siglo con lecturas equivocadas de la realidad, con soberbia y alejamientos de las bases que hicieron posible el proceso de cambio , errores que condujeron  a los lamentables sucesos de 2019 y la ruptura del orden democrático con un alto costo en vidas humanas por las masacres indudablemente fascistas , heridos, presos, persecuciones, paralización y retroceso del crecimiento económico y los descomunales actos de corrupción que hasta ahora quedan en la impunidad que caracterizó al  gobierno de facto, acontecimientos que buscaron repetir en el pasado inmediato.

El paro preparado fue  a todas luces financiado   por los poderes oligárquicos criollos y extranacionales, particularmente por el  imperialismo que, a pesar de sus desgarramientos provocados por sus propias contradicciones irresueltas, se encuentra generando una abierta y descarada ofensiva  injerencista en los países que han asumido una posición antioligárquica y antiimperialista como Cuba, Venezuela, Nicaragua y el nuestro; este hecho  explica  que las fuerzas retrógradas, a pesar de la derrota sufrida en las elecciones de del 18 octubre del pasado año,  mantengan estructuras intactas para efectuar acciones en pos de los objetivos de desestabilización y negación de la institucionalidad para hacerse del poder a cualquier costo, situación que explica la arremetida  de los últimos días con discursos altisonantes  que arrastraron a parte de sectores como los gremiales,   transporte pesado, cooperativistas mineros,  la  ambivalente clase media de las ciudades y el sector de salud cuya posición reaccionaria es conocida.

El conflicto tuvo su epicentro en la ciudad de Santa Cruz en la que,  buscando reeditar acciones violentas arremetieron nuevamente contra los sectores populares  que, en la ciudad de Potosí cobró, lamentablemente, la vida de un campesino, una situación conflictiva que también se vivió con menor intensidad en Cochabamba, Tarija, Sucre y La Paz, donde menudearon los discursos filibusteros,  demagógicos y patrioteros en busca de crear una situación de inestabilidad política y zozobra social que alimente las movilizaciones, cada vez más violentas detrás de una inocultable intención de desestabilización y deslegitimación del gobierno  a fin de reeditar el golpe de Estado de 2019, habiendo logrado instalar  en la conciencia de algunos sectores   grados   de desconfianza en el gobierno, lo que permitió, de alguna manera, la polarización de fuerzas,  con el manejo de argumentos falaces y demagógicos por parte de la derecha, ante la notoria ausencia de una respuesta orgánica sobre políticas de desarrollo   que fue alimentando un temor irracional  y el posicionamiento de rechazo a la ley ya anotada  y  otras, con la consecuente exigencia de abrogación , consigna detrás de la que marcharon los sectores ya mencionados.

La extrema derecha se  empeñó en montar los andamiajes inconstitucionales  y antidemocráticos para imponer consignas xenófobas y racistas  e iniciar actitudes de persecución, agravio y descalificación,  reinstaurar la cacería de brujas en nombre del pueblo al cual pretendieron representar con ausencia de un mínimo de eticidad,  la mayor y  más descarada impostura que  salía por los poros del ego a los dirigentes cívicos, particularmente el de Santa Cruz y Potosí, como marionetas movidas por titiriteros del imperio, con lenguaje procaz, ofensivo, infame y chapucero; sujetos que indudablemente manejan la posverdad como arma táctica para ocultar las posiciones fascistas en las marchas y acciones supuestamente “pacíficas” que transgredieron las normas constitucionales y los más elementales derechos humanos para incitar al odio y al enfrentamiento; una narrativa que no tiene la fuerza argumentativa ni sentido ni significatividad para el pueblo, quedando en evidencia que lo que se buscaba era sembrar perplejidad y miedo, lo que explica el uso de la violencia como instrumento cuando sus propuestas  no encajan en el imaginario del pueblo que optó transitar por las vías de la paz y la esperanza que requieren, en las actuales circunstancias, del  diálogo responsable, crítico y de criterios de anticipación que, sobre la plena comprensión del presente sustentado en los acontecimientos del pasado, nos permita enfrentar la construcción del futuro a pesar de las diferencias étnicas y culturales que son los fundamentos esenciales sobre los que se debe construir la unidad del país que a la derecha retrógrada no le interesa entender, por ello las intenciones y acciones tendentes a negar e inutilizar el Estado de Derecho, destruir la credibilidad y la necesidad de una mejor, sino justa, redistribución de la riqueza que les tiene aterrorizados y les quita el sueño.

Tal situación exige de la izquierda vencer el estado  de desideologización y despolitización que logró el neoliberalismo con la destrucción de la vanguardia del movimiento obrero y popular que un gobierno patriótico y progresista  debe asumir como una responsabilidad primordial, ha llegado la hora de volver la mirada al verdadero pueblo que está disperso pero expectante de los acontecimientos, dispuesto a defender sus conquistas, por ello es imprescindible el fortalecimiento de las organizaciones sociales, no aislarse  de ellas porque tal actitud conlleva serios riesgos para el emprendimiento y efectivización de  políticas de transformación; es importante que las situaciones por las que atravesamos sean leídas y releídas objetiva y responsablemente, sin equivocaciones porque ellas tienen un alto costo político y el único que puede garantizar un proceso de cambio son las mayorías, es el pueblo en las calles no para provocar como lo hacen los neoliberales, sino para garantizar los cambios estructurales y supraestructurales que el país requiere.

El enfrentamiento de clase está presente en las calles con su contingente de avanzada ubicado en la izquierda, razón por la que la recalcitrante derecha busca destruirla, propósito que simplemente es imposible porque para deshacerse de  la izquierda tendrían que matar a todos los pobres, los oprimidos que luchan por su liberación,  eliminar a los obreros que  con su inhumana explotación les generan su riqueza, exterminar a los niños y jóvenes sin futuro en las actuales condiciones; es más, tendrían que hacer tabla rasa de la dignidad humana que iguala a todos los hombres y mujeres, por encima de las odiosas  categorizaciones que imprimen falsas diferencias, lo  que justifica la lucha por una sociedad más solidaria, con justicia y libertad.

No están claras la razones del levantamiento sorpresivo e inesperado del paro que  dejó en saco roto  las declaraciones sobre la continuidad y radicalización de las medidas  realizadas en horas previas  a la inminente abrogación de la Ley 1386, las mismas podrían ser el surgimiento de contradicciones de las fuerzas constitutivas de la derecha, el estrechamiento de sus ámbitos de acción y un horizonte de fracaso  para el logro de sus mezquinos intereses  o simplemente  la necesidad de un repliegue táctico para  recomponer escenarios y tiempos de confrontación; lo cierto es que no han   renunciado a su objetivo estratégico y seguirán trabajando para iniciar otra nueva  intentona golpista.

En tales situaciones es importante  profundizar la comprensión de los complejos y cambiantes contextos tanto nacional como regional de la realidad boliviana luego de los últimos acontecimientos,  a objeto de contar con la visión más clara posible de las instancias sociales con las que se cuenta en el presente, las perspectivas de su tradición de lucha y su consecuencia, los escenarios posibles de acción, las fuerzas de primera línea por su posición de clase y las posibilidades de alianza, los mecanismos de  ubicación y acceso a la información, su responsable análisis y la consecuente comunicación y otros requerimientos que permitan medir objetivamente la correlación de fuerzas, lo que supone no olvidar las condiciones de las fuerzas contrarias que lamentablemente tienen, en la actualidad, elementos infiltrados en los aparatos del Estado.

Una necesidad imprescindible es el reconocimiento autocrítico de las carencias y limitaciones que se tienen a objeto de superar las divergencias internas  y los protagonismos ególatras e innecesarios que dividen en vez de sumar, la tarea más importante es recuperar a los sectores que por errores políticos del gobierno no únicamente del actual o se han escindido o alejado del instrumento; es urgente e ineludible dotar de identidad a las fuerzas progresistas y revolucionarias para las convocatorias y movilizaciones futuras en defensa de la democracia, la libertad y la soberanía con el planteamiento, debate y ejecución de políticas económicas, sociales y culturales coherentes que haga posible el crecimiento del entusiasmo colectivo y de un optimismo histórico del que  lamentablemente se hace  abstracción, se deja   de lado o, lo que es peor, se lo ignora conscientemente. Para el cumplimiento de estas tareas que permitan superar las incertidumbres y las acciones instintivas y muchas veces erráticas, para asegurar el avance firme y sin dubitaciones  es necesario conformar una DIRECCIÓN POLÍTICA representativa, lúcida, capaz, eficiente y dispuesta a escuchar el criterio de las masas que son las que, en última instancia, hacen la historia; el conflicto vivido muestra el resurgimiento de innegables tensiones entre las  clases sociales antagónicas que pone frente a frente a las posiciones revolucionarias y contrarrevolucionarias que requieren de esa dirección que contribuya a un  mayor y positivo avance de las acciones en defensa de la democracia y del orden democrático constituido, con el desarrollo de una alta conciencia, eficiente organización y  participación plena del pueblo, condiciones irrenunciables en un verdadero proceso de cambio.

Por: Roberto Valdivieso

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