El soplo de Huracán Ramírez
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30 de enero de 2022 / 17:47
Reseña de la trayectoria sindical de Édgar Huracán Ramírez, a un año de su muerte, el 31 de enero de 2021.
Por qué le dicen Huracán Ramírez? “Debe ser porque soplo mucho”, respondía así a los periodistas el estratega político y sindical más destacado de las fuerzas de izquierda y del movimiento obrero y popular, Édgar Fidel Ramírez Santiesteban. Ni las dictaduras militares ni el neoliberalismo pudieron con él, pero sí el COVID- 19 el 31 de enero de 2021.
Huracán solía incluir en sus reflexiones políticas esta cita de Bertolt Brecht para no dar tregua, ni en el triunfo popular, a su enemigo neoliberal: “Aunque el mundo se alzó y detuvo al bastardo, la perra que lo parió está otra vez en celo”.
No concebía la lucha sindical puramente gremialista o independiente de la política nacional e internacional. La experiencia hizo de él un gran estratega de los objetivos históricos del movimiento obrero y popular boliviano.
Fernando Rodríguez destacó lo poco conocido de Huracán. Los esposos Édgar Ramírez y Elvira Cuéllar, comunistas ambos, ponían en marcha la tesis de la lucha armada como método de la toma del poder, mucho antes de las guerrillas del Che en Bolivia. Ella organizaba la compra de armas para los mineros traicionados por el MNR y su papel entreguista a Estados Unidos.
En la antigua Unión Soviética, recibió entrenamiento en la especialidad de Inteligencia en Lubianka y Frunze; de ahí en adelante profundizaría sus estudios sobre las guerras convencionales y asimétricas ejecutadas por las políticas intervencionistas de Estados Unidos, y las opciones de respuesta con la insurgencia, subversión y guerrillas populares.
No le eran ajeno las tesis políticas y estatutos de las organizaciones sindicales, en cuanto a poner en práctica los métodos de lucha por la vía democrática, legal o judicial, clandestina e insurreccional.
Una vía para cada momento histórico. Para hacer frente al neoliberalismo y su modelo privatista, redactó y defendió la Tesis de la Chojlla (aprobado por el XXI Congreso Nacional de la FSTMB en mayo de 1986 y por el VIII Congreso de la COB en septiembre del mismo año): “La simple oposición al neoliberalismo no basta. Hay que pasar de la oposición a la resistencia activa y de ésta a la resistencia subversiva” y que la aplicación de ambos conceptos “requieren de un movimiento popular y nacional, teniendo a las masas como protagonistas y, como dirección, a un instrumento político”.
La práctica de la resistencia exigía “sindicatos que se nieguen a la conciliación con sus patrones” y que la COB esté bajo “la hegemonía de los revolucionarios” y sus dirigentes “sean revolucionarios a toda prueba”.
La Tesis de la Chojlla no podía cumplirse con dirigentes de la COB de entonces, que Huracán Ramírez identificaba como “neoliberales del sindicalismo” y “reformistas” o conformistas con el modelo neoliberal arrastrado desde Víctor Paz Estenssoro por Gonzalo Sánchez de Lozada, Hugo Banzer y Jaime Paz, estos dos futuros aliados de la “megacoalición” cogobernante (ADN, MIR, Condepa, NFR y UCS)
El XI Congreso Ordinario de la COB (Trinidad, junio de 1996) fue el escenario de confrontación con sus adversarios “neoliberales” a la cabeza de Óscar Salas —que buscaba su reelección— por el control de la máxima dirección sindical boliviana.
Huracán Ramírez y Salas eran los favoritos a la secretaría ejecutiva de la COB. La diferencia entre ambos, además de sus posiciones políticas, radicaba en que el primero era candidato nombrado por las asambleas de los mineros y el segundo por la representación “neoliberal” del campo sindical.
El congreso quedó trunco por las peleas campales por sus candidatos. Evo Morales, delegado de los cocaleros del Chapare, había dicho que el gobierno fracasó en el intento de imponer a su candidato Salas, pero logró debilitar al movimiento sindical.
En cambio, Huracán sostenía que el gobierno fue derrotado porque no pudo apoderarse de la COB. “Hay que acabar con los reformistas”, predicaba y que “el pueblo no debe ser benevolente con el neoliberalismo, debe derrotarlo”.
Ni Sánchez de Lozada ni el presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, Edmundo Abastoflor, dejaban de expresar su preocupación por los resultados de aquel congreso: el uno decía que “si la COB no cambia, desaparece” y el otro pedía “una COB fuerte”; en otra palabra, una COB con estructura no clasista ni politizada.
El XI Congreso Ordinario, reanudado en agosto de 1996 en Cochabamba, terminó por elegir en mayoría a Édgar Huracán Ramírez como secretario ejecutivo de la COB.
Él admitió que en la nueva dirección había militantes “oficialistas” del gobierno de Sánchez de Lozada. El ministro del Interior Carlos Sánchez Berzaín se vio forzado a “felicitar por su victoria” y días después Hugo San Martín, ministro de Gobierno interino, recibió un portazo en su pretensión de firmar un “pacto social” con la COB.
El Banco Mundial envió una misión para convencer a la COB sobre las virtudes del modelo neoliberal en Bolivia. Huracán Ramírez dejó boquiabiertos a sus ilustres visitantes cuando les recordó que el gobierno y autoridades que son la expresión de la injusticia les había declarado huéspedes ilustres, pero que “nosotros, la Central Obrera Boliviana, en nombre de los trabajadores y de nuestro pueblo les declaramos enemigos de Bolivia”.
La suerte de aquella COB revolucionaria quedaba sellada. Los “oficialistas” que eran mayoría se fortalecieron con la “megacoalición sindical”, sabotearon la gestión de Huracán Ramírez cuando impulsaba la sanción de dirigentes cobistas que recibían coimas del Fondo Complementario Social de la Administración Pública y organizaba la resistencia activa y subversiva para frenar “sin medias tintas” al neoliberalismo y recuperar todas las empresas estatales privatizadas.
El sabotaje político interno que contaba con el apoyo del gobierno consiguió la renuncia de Huracán, a quien le siguieron un puñado de sus dirigentes leales para continuar en lucha titánica hasta ver deslumbrar la más grande victoria popular del siglo XXI con el proceso de cambio.
(*)Nicolás Fernández M. es periodista y abogado