EL SURGIMIENTO DE UNA OLIGARQUIA BIRLOCHA O EL RESULTADO PERVERSO DEL CAPITALISMO ANDINO AMAZONICO
Con el riesgo de ser acusado de negar mis orígenes, pero adelantando que soy consciente de poder ser acusado hasta de racista, me atrevo a escribir algunas reflexiones sobre el mito en que se ha construido alrededor de lo indígena, el nacionalismo y el capitalismo andino/amazónico o capitalismo endógeno para el buen entendedor.
Algunos acercamientos conceptuales son imprescindibles para no llevarnos a equívocos. Lo indio y por consiguiente lo indígena y originario, son entendidas como categorías de carácter cultural, político y explicados sobre un sustrato biológico que da a los diferentes pueblos del mundo, características fisonómicas y antropológicas propias. Lo campesino como categoría de comprensión de la condición económica de relación del trabajador del campo con el mercado y sus intermediarios. Lo cholo, es una categoría de orden antropo/psicológica y que alcanza características filosófico/políticas por el posicionamiento del cholo ante la vida. Lo cholo esta generalmente referido a lo mestizo, que metafóricamente es símil de ese momento en que la noche no se ha ido y el amanecer aún no ha llegado y en esa condición de indefinición, hay quienes ansían la permanencia de la noche y otros la llegada del día, en una situación de crisis existencial con pulsiones permanentemente contradictorias de deseo de identificación con lo contrario y opuesto.
Sociológicamente, lo mestizo es una mezcla, con fisonomia particular y de pulsiones y contradicciones producto del deseo y negación de lo otro, de su otro origen: vgr.: el hombre de terno importado, con corte de pelo a la moda occidental, con lentes Rayban en coche de alta gama y que usa loción francesa, que le dice al hermano Policía de Tránsito “indio de mierda” cuando este le impone una multa, siendo que ante un espejo ambos tienen rasgos, color de cabello y piel similares. Esa es una de las expresiones de lo cholo/birlocho: cholo en su pensamiento, birlocho en sus externalidades y deseos de apariencia “internacional/occidental”.
Pero el cholo no necesariamente tiene que ser cobrizo y casi lampiño: el cholo puede tener la piel clara, cabello rubio o castaño, ojos claros, siendo un ser que sufre las mismas pulsiones del cobrizo: aparentemente es blancoide, quiere ser igual al criollo de casta, a quien se parece físicamente, de quien ansía ser su igual, aunque, contrariamente, es de quien solo recibe desprecio por que está “contaminado” al tener sangre india. En esa condición psicológicamente sufre al no encontrar su lugar entre los “blanqueados”, pretende encontrar sus raíces en lo indio, más por odio que por consciencia, pero desde una posición de superioridad, de patriarca, que ve especialmente al o a la indígena, como inferior, aunque pasada su crisis, volverá a pretender ser y estar en la vereda del frente, la de los occidentales.
Por tanto, lo cholo/birlocho no lo define el color de la piel, sino la forma en que el mestizo se posiciona frente al mundo: lo cholo/birlocho es más que nada una forma de ser, de actuar, una subcultura que recoge los peores complejos que dejó la herencia española en los nacidos con sangre española en este continente.
Y es precisamente de ese síndrome que sufre la proto burguesía boliviana, ya sea en su versión del 52 o en su proyecto de constitución, a partir de los mestizos de las montañas y los llanos, millonarios, que se han titularizado como sujetos históricos empoderados por Evo y Álvaro.
Es a ellos a quienes se refiere AGL cuando habla de una nueva fase del Proceso de Cambio. Es a ellos a quienes pretende imaginar como el sujeto histórico de esta nueva fase, desplazando a los indígenas originario campesinos reales, para dar paso a los cholos capitalistas de apariencia indígena, para aparentar una continuidad del proceso de cambio.
Por tanto, quiero dejar expresamente sentado, que el debate no se sitúa en torno al color de piel, sino a la adscripción al capitalismo de los nuevos ricos, a la nueva proto burguesía de piel cobriza.
Habiendo cogido estas hebras sueltas, podemos entender la agenda oculta del proyecto de los GL y el sindicato de ex ministros, que ya antes del golpe y mediante sus portavoces de juventudes, decían que los indígenas habían tenido su oportunidad y la perdieron por ser corruptos. Identificaron a los cholos, no como indígenas, sino “blanqueados” pasados al otro lado de la valla, como nuevas mayorías de clase media, encubriendo sus proyecciones capitalistas que ya saltaban a relucir en sus prestes, fiestas y arquitectura, mostrando una nueva estética, pero reproduciendo la ética capitalista, patrimonial y patriarcal.
Por consiguiente, al interior del proceso de cambio, se inauguró otra fase del Estado del 52, un nuevo momento del nacionalismo conservador, con el intento de constitución de un nuevo sujeto, el cholo rico, capitalista, generador de un capitalismo endógeno del que el cholo AGL dice “ojalá copiara el modelo de desarrollo cruceño” sic. Esta situación, terminó de ser aceptada por la vieja oligarquía que se “democratizó” y empezó a casar a sus hijas/hijos con capitalistas cobrizos. De ahí las coincidencias hoy visibles con el proyecto de Evo y los discursos de Álvaro pues entendieron que lo importante es compartir “the money” y olvidarse de los viejos prejuicios de las abuelas. Esto no quiere decir, que, a pesar de esta apertura, hayan dejado de existir posiciones de extrema derecha que aún irradian sus posiciones fascistas y racistas, expresadas en posiciones que no han salido del tablero de la política boliviana.
La liberación nacional hacia la soberanía y la segunda y definitiva independencia, no se producirá en los marcos de ninguna forma de capitalismo, ni endógeno ni exógeno, ni quechua/aymara/guaraní ni croata. Ninguna forma de capitalismo, permitirá la independencia de Bolivia. Y ese debe ser el norte de nuestra lucha. Confrontar ideológica y políticamente a quienes desde posiciones culturalistas y biologicistas embaucan a las masas para construir un proyecto político mentirosamente llamado popular y de izquierda y que ha hecho con la piel del indígena su bandera.
Debemos denunciar a toda forma de propuesta de desarrollo capitalista, ya que detrás de su barniz democrático, vienen posiciones colonialistas, proimperialistas, patriarcales y patrimonialistas. Debemos esclarecer en el debate político/ideológico a estas posiciones nacionalistas conservadoras y denunciar y develar ante los pueblos, a quienes una vez más, quieren usar y oprimir al indígena originario campesino y usarlo de escalera sólo para ascender al poder y después funcionalizarlos en torno a ellos, como ocurriera el 52, y que se ve que hoy ocurre con alguna dirigencia sindical.
No cometamos el error de callarnos como lo hicimos durante catorce años, para no ser descertificados ni puestos en la congeladora. Construyamos desde lo nacional popular, desde abajo y a la izquierda, el proyecto de liberación nacional que nos conduzca orgánicamente hacia la segunda independencia: la liberación nacional y el socialismo comunitario.
Luchemos contra el retorno a la Bolivia republicana. Defendamos el proyecto aun inacabado del Estado Plurinacional. No administremos lo existente, con todos sus vicios y subterfugios. Construyamos nuevas instituciones acordes a nuestras prácticas y costumbres para insertarlas en la realidad del mundo, como un aporte hacia la emancipación de la humanidad.
Abramos hoy los ojos y denunciemos en las cuatro direcciones a los cultores del nuevo proyecto restaurador del estado del 52 en su versión conservadora. Mañana puede ser tarde.
Chuquiapu, jallupacha, 5531
Julio Chambilla