LA PIRATERÍA NAVAL DEL NEOLIBERALISMO EN EL MUNDO Y LA TIRANÍA EN CONTRA DE LOS PUEBLOS: ÚLTIMAS NOTICIAS DE LA GUERRA DE ARABIA SAUDITA CONTRA YEMEN

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Este artículo llega a ustedes gracias a una alianza estratégica entre el medio de comunicación boliviano Insurgentes y Más allá de la Cortina de Costa Rica. Estas alianzas estratégicas son necesarias para romper con los sesgos de la comunicación masiva. Pueden consultar: http://masalladelacortina.medios.com.ar/

Arabia Saudita decreta un cese al fuego unilateral en su guerra contra Yemen, pero roba 14 barcos petroleros y dos barcos con alimentos de Yemen. Un ejemplo más de la instauración de la piratería como una de las principales instituciones de la legitimación de la tiranía como la mejor forma de gobierno, pretendida por las élites occidentales

Una de las guerras más cuentas y con mayor grado de impunidad, durante la segunda década del siglo XXI, ha tenido como actores a Arabia Saudita y Yemen.

Uno de los principales motivos de esta guerra, como de muchas otras en el Medio Oriente, es el religioso. La diferencias entre los grupos musulmanes sunitas y chiítas se ha caracterizado por una falta de tolerancia religiosa y por causar muchos tipos atroces de dominación.

Estas diferencias han llevado a conflictos tanto raciales como de identidades nacionales que han generado discordia en toda la región. Específicamente, el régimen de Arabia Saudita ha sometido al pueblo yemení a condiciones extremas de explotación, a causa de estas diferencias religiosas y de los beneficios que pueden obtener al someter a los hutíes de Yemen, en función del control de la península Arábica.

La comunidad internacional ha denunciado a lo largo de la década de 2010 continuas violaciones de los derechos humanos de las personas civiles y transgresiones de los tratados internacionales que regulan el uso de armas químicas, por parte del régimen de Riad, esto en contra de Yemen. Sin embargo, el papel estratégico de Arabia Saudita para el comercio mundial del petróleo, sus exageradas cantidades de acumulación de riqueza, producto del comercio del oro negro y el apoyo de Estados Unidos a la familia real, han impedido que estas demandas reproduzcan sus ecos y reciban sanciones por parte de las instituciones mundiales encargadas de hacerlo.

Es evidente la ambivalencia y uso funcional del lenguaje de las grandes potencias occidentales en lo que concierne a regímenes como el de Riad y Tel Aviv. En 2010, los países europeos que conforman la derrotada coalición contra el Estado Islámico estaban indignados ante las acusaciones falsas, tal y como lo ha recalcado Rusia, de ataques con armas químicas atribuidos al gobierno de Bashar Al-Assad en Siria y estaban preparadas para hacer una invasión, la cual fue evitada por la intervención directa de Moscú en la región. Contrariamente, han guardado silencio sobre las posibles evidencias de ataques químicos, perpetuados por Arabia Saudita en Yemen, incluido el empleo de bombas de fósforo, capaces de desprender la piel y dejar expuesta la carne quemada de todo el cuerpo de las personas afectadas; armas que han sido prohibidas por las convenciones internacionales que supuestamente regulan la guerra.

Este no es el único ejemplo a tomar en cuenta. En América Latina, a partir de su dominio de la dirección de instituciones vasallas como la OEA, Estados Unidos se ha atrevido a deslegitimar elecciones cuyos resultados no favorecen a sus intereses, provocando incluso derrocamientos como el de Evo Morales en Bolivia. Los argumentos empleados es que no se respetan las normas básicas elementales de la democracia liberal y esto invalida, ante los ojos de los Estados Unidos, la legitimidad de los sistemas electorales locales. Sin embargo, Arabia Saudita es gobernada por una familia real. Las elecciones no pueden ser catalogadas como legítimas o fraudulentas, simplemente porque no hay elecciones, pero tampoco un interés de los Estados Unidos porque las haya. A pesar de esto, Arabia Saudita, por lo menos hasta antes de la actual fase de guerra por los precios del petróleo, ha sido uno de los principales aliados de Estados Unidos en el Medio Oriente y uno de sus principales compradores de armas, muchas de las cuales son destinadas a conducir la guerra contra el pueblo yemení.

Un ejemplo más es la violación de los derechos de las mujeres, a quienes el régimen saudita no les reconoce las libertades mínimas. En el país árabe, las mujeres están sometidas no solo cultural sino también jurídicamente a la voluntad de sus padres o esposos, quienes son dueños de su voluntad. Ante esto se han dado casos de persecución internacional de mujeres sauditas que han huido de su país a otras partes del mundo, donde llegan a ser reclamadas por maridos adinerados que se creen con potestad sobre ellas.

Volviendo a la guerra entre una Arabia Saudita sunita, tiránica y esclavista y un Yemen chiíta y víctima de las circunstancias históricas, a partir de 2019 las fuerzas se han equilibrado. Los hutíes han adquirido baterías anti-aéreas con las cuales han contrarrestado los ataques de las fuerzas aéreas sauditas y han dado un ejemplo de que cuando la voluntad no se doblega, las mayores injusticias son capaces de conducir a la victoria. 

Durante el último año, los hutíes ha recuperado gran parte del control de las ciudades yemeníes que se encontraban bajo el dominio o influencia de Arabia Saudita e incluso en las últimas semanas han recuperado importantes sitios estratégicos y acabado con las vidas de miles de mercenarios al servicio de Riad. En otras palabras, se ha volteado la tortilla y Yemen tienen la capacidad de ganar, en términos militares, una guerra en  la que a toda costa parecía no tener posibilidades de vencer.

Ante el continuo avance de las fuerzas yemeníes, Arabia Saudita, aconsejada por asesores británicos, decretó un alto al fuego unilateral, en función de la pandemia del COVID-19. Sin embargo, el alto al fuego no tiene como motivo intereses propiamente humanitarios. 

Según informa HispanTV, Yemen ha denunciado que las fuerzas marinas de la coalición liderada por Estados Unidos y Arabia Saudita se han apoderado de 14 barcos cargados con combustible y derivados de petróleo y tres buques que transportaban alimentos, a pesar de que los barcos tenía aprobados los permisos de entrada de la ONU.

Estos actos de piratería son característicos de la nueva estrategia las élites neoliberales y occidentales. La legitimación de la tiranía como la mejor forma de gobierno va acompañada del robo descarado y por encima de cualquier legislación internacional de los recursos de países como Siria, Afganistán o Yemen y la confiscación de cuentas bancarias de Irán. La otra cara de esta estrategia es el impedimento de la satisfacción de las necesidades básicas de pueblos como el yemení, el venezolano y el cubano, ya no solo mediante sanciones económicas, sino mediante estados de sitio marítimo

Estados Unidos y sus aliados más tradicionales están iniciando acciones y campañas de matonismo en todas las aguas del mundo, esto ante su casi inminente derrota en esta fase de la tercera guerra mundial.

MSC. ESTEBAN PANIAGUA

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