La clausura del año escolar:
Niega la educación a millones de niños y jóvenes
Sí, pero no
Las explicaciones del gobierno son trozos incoherentes de un guion “cantinflesco”, pero que no mueven a la risa porque traen consigo presagios oscuros para el futuro de la niñez y juventud bolivianas.
La clausura fue porque no hay internet en el área rural (descubrimiento de Yerko Nuñez). No, no fue por eso, fue para preservar la salud de los niños y jóvenes así evitar contagios del coronavirus (La sor Jeanine, que se imaginó yendo a los estudiantes a la escuela en plena pandemia). “Sí, hay clausura del año escolar, pero no…” (Tomás Inca Cárdenas), y obvio, la culpa la tienen los maestros que amenazaron con tomar instituciones.
¿Es una medida incoherente e improvisada? ¿Cómo parece ser? Un hecho devela de que no se trata de una medida improvisada, la fecha escogida para anunciar la clausura, el 2 de agosto, que en materia educativa se recuerda que ese día, en 1931, se creó la escuela ayllu de Warisata; Busch decretó, en 1937, como Día del Indio, que en el proceso de cambio se convirtió en Día de la Revolución Agraria, Productiva y Comunitaria; todo esto sintetiza la lucha de los pueblos indígenas, sus logros en educación, tierra y reconocimiento de la economía comunitaria. La clausura del año escolar es parte del plan destructivo del Estado Plurinacional y Comunitario y tiene una simbología que expresa venganza y castigo contra el indio, pero debido a su desmedido odio no repara en afectar a todos los estudiantes.
El Modelo Educativo Social, Comunitario y Productivo tiene sus fundamentos esenciales en la experiencia pedagógica de la escuela ayllu de Warisata, tiene una concepción liberadora y descolonizadora, su alma nace de la profunda realidad de nuestro pueblo; lamentablemente, el proceso de ejecución tuvo contratiempos y demoras. Este tipo de educación, es intolerable para las castas dominantes, lo fue Warisata para el Estado Feudal como ahora lo es para los culitos blancos que se enervan frente al desarrollo educativo y cultural de los pueblos indígenas.
Víctor Hugo Cárdenas, que personifica a todos los traidores de su pueblo, proclama la “modernidad de la educación”, hace tiempo que abandono su discurso “katarista” y asumió plenamente la ideología liberal ahora escondido en el manto religioso. La supuesta modernidad es la versión educativa del proyecto neoliberal, que desconoce la educación como un derecho y la convierte en un “bien de consumo”; el Estado deja de asumir la responsabilidad que le encarga la Constitución Política del Estado, para trasladarlo al individuo, al padre de familia, que según sus posibilidades “escogerá la mejor opción educativa para sus hijos”, es decir, la privatización de la educación.
Y, para que no lo dudemos, el Viceministro de Educación Limbert Ayarde, señaló que “los propietarios de colegios particulares deben reunirse con los padres de familia para coordinar la «formación complementaria» de los estudiantes a partir de la clausura del año escolar”, es decir, convenir la “oferta educativa” en otras condiciones (Opinión, 3-8-2020) (yo te doy esto a cambio de tantos pesos). Mientras tanto, los empresarios de las instituciones educativas privadas, asumieron el reto inmediatamente, y manifestaron estar “disponibles para proveer el servicio educativo a los padres que no estén de acuerdo con que este año genere un déficit en la formación de sus hijos. El Estado no puede coartar el acceso a la educación” (El Deber, 3-8-2020). Vigencia plena de la ley de la oferta y la demanda en materia educativa: los que tienen plata aseguran la continuidad educativa de sus hijos, y, los que no tienen plata… que se jodan.
Con la clausura el Estado está negando el derecho a la educación a millones de bolivianos en edad escolar, que está reconocido por la Constitución Política del Estado y la declaración universal de derechos Humanos, por eso, el rechazo es unánime y ha tenido eco a nivel internacional, ONU, UNICEF entre otros han declarado alarma frente a la criminal medida contra la educación y la cultura.
No, pero si
Un sector del magisterio, que proviene de un tronco ya reseco y torcido de la izquierda, tiene la misma lógica de “su” ministro, sólo que al revés. José Luis Álvarez, el de la boda suntuosa en el círculo militar, ha declarado su rechazo a la clausura de la gestión (NO, rotundo) para luego sugerir a su gobierno, que los primeros 3 meses pueden nivelar lo referido a la gestión 2020, y posteriormente avanzar lo del 2021 (un SI de convicción). Para luego sugerir una nueva organización curricular basada en la planificación por disciplinas (es decir, el retorno a la reforma educativa del neoliberalismo). Por primera vez, en los 30 años en la dirección sindical del magisterio de La Paz, que los loristas (POR) pasan del rechazo a la proposición, señal de que se encuentran cómodos con este gobierno. Con razón los mineros en la década del 70 solían decirles: ¡sarnas!
Del rechazo a la clausura pasar a la resistencia civil.
No se puede aceptar que este gobierno golpista, que no fue elegido por los bolivianos, propicie un nuevo crimen, esta vez contra la educación y cultura de nuestras hijas e hijos.
Padres de familia, maestros urbanos y rurales, estudiantes de secundaria deben desarrollar la resistencia civil, asumiendo el funcionamiento de la educación desde el seno del pueblo aplicando distintas modalidades pedagógicas: clases virtuales, cursos radiales y televisivos dónde se pueda, clases semipresenciales, tutorías y asesoramiento, etc. para dar continuidad a la formación educativa de la niñez y juventud. En cada unidad educativa se puede conformar comités educativos que, velando la seguridad sanitaria de docentes y estudiantes, se recurra a diversas iniciativas para que nuestros hijos sigan estudiando. Finalmente, la mejor educación es aquella que surge de la iniciativa popular y los contenidos educativos provienen de nuestra realidad vivencial. Las autoridades municipales que estén identificados con su pueblo, tendrían que esforzarse para dar el respaldo institucional necesario en estos momentos. El Pacto de Unidad y las organizaciones sindicales tendrían que poner las radios comunitarias al servicio de la educación. Los maestros renovar su compromiso con la educación echando al traste la burocracia educativa y poniéndose al servicio del pueblo más allá de los intereses económicos y sociales.
CH – INSURGENTE