ASESINATO LUIS ESPINAL.
Luis Espinal es considerado como uno de los iconos más importantes de la recuperación democrática y precursor en la promoción de los derechos humanos, Espinal fue secuestrado, torturado y asesinado el 22 de marzo de 1980.
Luis Espinal llegaría a suelo boliviano un 6 de agosto de 1968, en el gobierno del General René Barrientos Ortuño, cuyo gobierno tomó represalias contra los sectores trabajadores, particularmente con el movimiento minero sindicalizado, produciendo masacres en mayo y septiembre de 1965 y en junio de 1967. El 11 de junio de 1970, Luis Espinal adquirió la nacionalidad boliviana que tanto había solicitado.
Espinal conoció el actuar de los aparatos represivos por primera vez en el gobierno del Gral. Alfredo Ovando Candia, con motivo de la guerrilla en 1970 en la zona de Teoponte. Durante la campaña antiguerrillera, el gobierno tomó represalias muy duras contra los guerrilleros y contra cualquier movimiento que favoreciera a su causa. Los sacerdotes jesuitas que vivían con Espinal habían apoyado una huelga de hambre de los familiares de los guerrilleros cruelmente ejecutados por el ejército, exigiendo la devolución de los cuerpos de los caídos. La movilización culminó con la aceptación de la demanda. Tiempo después, la vivienda de los jesuitas fue allanada y todos sus ocupantes detenidos. Luis Espinal pasó una noche en celdas policiales y fue liberado al no existir cargos en su contra.
Luis Espinal sobrellevó las consecuencias inmediatas del actuar de los aparatos represivos al conocer el destierro, encarcelamiento y asesinato de muchos de sus conocidos y amigos. En ese contexto, su compromiso activo por la defensa de la vida lo llevó a actuar como mediador –junto al arzobispo Jorge Manrique– en el sangriento asalto a la universidad pública por parte de las fuerzas armadas. El régimen banzerista reprimió duramente a los sectores populares y a las agrupaciones políticas de izquierda. Las violaciones constantes a los derechos humanos fueron el sello de identidad del gobierno. Uno de los sucesos más lamentables fue la denominada “Masacre del Valle”.
La consternación que generó la matanza hizo que en 1975 se conformara una comisión presidida por religiosos, con la finalidad de investigar a profundidad las consecuencias y causas del hecho; además de recoger los testimonios de los sobrevivientes. La denominada “Comisión de Justicia y Paz” publicó oficialmente un documento, en el que denunciaba la brutalidad de la intervención del ejército contra las poblaciones campesinas.
Ante la ausencia de una entidad que resguarde los derechos del pueblo, nace de forma clandestina, a fines de 1976, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH). Se funda gracias a la iniciativa de religiosos comprometidos, entre los que destacan Luis Espinal, Gregorio Iriarte, Julio Tumiri, Víctor Blajot; entre otros. A ellos se sumaron representantes de las iglesias metodista y luterana, junto a dirigentes de organizaciones sindicales.
El punto de inflexión para la caída definitiva de la dictadura banzerista fue la huelga de hambre protagonizada por cuatro mujeres mineras acompañadas de sus hijos. Espinal jugó un papel importante en ese entonces; realizó las gestiones correspondientes ante Monseñor Manrique para que sitúen su medida de protesta en la sede del arzobispado de La Paz. Días más tarde, él se sumaría a la huelga de hambre junto a otros miembros de la APDH, en las instalaciones del matutino católico Presencia. Espinal narró esta intensa experiencia de sus 19 días de huelga de hambre en un testimonio rotulado como su “testamento político-espiritual.
En ese periodo se contabilizan nueve gobiernos (ocho presidentes y una junta militar). De estos, siete fueron de facto y dos constitucionales.
En medio de este turbulento clima político es que Espinal apuesta por estructurar un proyecto periodístico, el Semanario Aquí. Este emprendimiento nace como una obra colectiva de un equipo de reconocidos periodistas de izquierda; entre los que destacan Antonio Peredo Leigue, Lupe Cajías, René Bascopé, Edgardo Vásquez, Alfonso Gumucio, entre otros.
La dirección del semanario, de forma unánime, recayó en los hombros de Luis Espinal; responsabilidad que ejerció de manera ad honorem. El 17 de marzo de 1979 sale a las calles el primer número del semanario Aquí. Su portada causó gran impacto: aparece en primera plana una fotografía del general Banzer, partida por la mitad, sobrepuesta a una toma de una multitudinaria manifestación. Un medio de comunicación con estas características se convierte en una alternativa real de un periodismo libre, independiente y veraz.
También fue un pionero en la crítica cinematográfica. Su columna en el periódico Presencia, publicada desde 1969, se había constituido en uno de los espacios más significativos dentro de la prensa en cuanto a la apreciación y análisis cinematográfico.
El golpe de Estado del 1º de noviembre de 1979 –liderado por el coronel Alberto Natusch Busch y gestado en alianza con sectores del MNR y el MNRI–, fue una de las acciones más cruentas de la historia contemporánea. El denominado Golpe de Todos Santos interrumpió el proceso democrático.
Sorteando muchos peligros, se logró publicar una edición especial del semanario, denunciando a los responsables directos e indirectos de las muertes, además de una variedad de fotografías que evidenciaban la masacre. Por su valerosa defensa de la democracia y la CPE, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz le otorgó un reconocimiento al mérito.
Un ingrediente peculiar en este periodo histórico fue la conformación de grupos paramilitares profesionalizados. Uno de sus ideólogos e implementadores fue el criminal de guerra nazi Klaus Barbie, quien se desempeñó como uno de los principales asesores de los generales de turno que llegaban al poder. Los paramilitares –en tanto creación de Barbie– tomaron cuerpo gracias al auspicio del coronel Luis Arce Gómez.
Luis Espinal era consciente de los peligros que acarreaba su oficio periodístico en un ambiente donde el poder militar pisaba fuerte. Muchos amigos cercanos le recomendaron tomar recaudos. El 7 de febrero de 1980, las instalaciones del Semanario Aquí sufrieron un atentado terrorista con detonación de dinamita.
El asesinato de Luis Espinal.
La mañana del 22 de marzo de 1980, los religiosos que vivían con él se percataron que no había llegado a dormir a su casa, algo inusual. Tampoco había acudido a las oficinas de radio Fides para conducir su programa sabatino. Siendo un hombre disciplinado y metódico, su ausencia generó bastante preocupación en la Compañía de Jesús y sus allegados, por lo que se desplegó una masiva campaña para encontrarlo, puesto que su paradero era incierto.
Como de costumbre, el día anterior había asistido a una función de cine; de donde retornó haciendo el recorrido habitual. Faltando pocas cuadras para llegar a su domicilio, desconocidos se abalanzaron violentamente sobre él; obligándolo a subir a un jeep Toyota que huyó por la calle Lucas Jaimes. Los gritos de auxilio fueron oídos por un vecino del lugar, que no alcanzó a identificar a la víctima del ataque. Tras su secuestro, lo trasladaron al Matadero Municipal situado en la zona de Achachicala, donde fue vilmente torturado por aproximadamente cuatro horas, hasta causarle la muerte.
Al amanecer, su cuerpo fue encontrado, amordazado y maniatado, en las inmediaciones del kilómetro 8 en el camino que conecta Alto Achachicala con el cerro Chacaltaya. Tenía las fosas nasales taponadas con algodón, probablemente para evitar la hemorragia nasal. Un campesino del lugar, Vicente Mamani Quispe, se percató del cuerpo sin vida e inmediatamente se apersonó a informar del hallazgo a la policía.
En su informe, los policías que procedieron a levantar el cadáver, detallan que el cuerpo “yacía en posición de cúbito ventral con las extremidades superiores amarradas hacia la espalda (…) descubierta la cara se pudo apreciar que la mandíbula inferior de encontraba amarrada y cubierta por un trapo blanco con combinación verde”. El cadáver presentaba múltiples heridas provocadas por arma de fuego.
Posteriormente fue trasladado a la morgue del Hospital de Clínicas donde, al anochecer, los médicos forenses Rolando Costa Arduz y Felix Romano, acompañados por representantes del Colegio Médico junto a un delegado de la Compañía de Jesús, procedieron a realizarla autopsia legal al cuerpo. El informe indica que “la causa de la muerte corresponde a una hemorragia aguda por múltiples lesiones esquelético viscerales provocadas por paso de proyectil de arma de fuego”. Los peritos presentes en la autopsia afirmaron que los disparos correspondían a un arma automática que fue utilizada a tres metros de distancia. Se contabilizaron 17 impactos de bala, junto con tres proyectiles de 9 mm incrustados en la humanidad de Espinal. El estudio indica que habría muerto aproximadamente a las cuatro de la madrugada del 22 de marzo y su cadáver presentaba fractura en el esternón y varias costillas rotas; además de un gran hematoma en el pecho en forma de cruz, junto con otros cortes y contusiones.
La forma en la que ultimaron a Luis Espinal reflejaba claramente la intencionalidad de emitir un mensaje amenazante contra cualquier opositor del poder militar. El hecho de torturarlo brutalmente durante cuatro horas, descargar 17 tiros sobre su humanidad sin utilizar ningún silenciador y; finalmente, arrojar su cadáver a la vera de un camino transitado, son características muy peculiares nunca antes vistas en el país; siendo esta práctica similar a la realizada por la dictadura argentina.
Los autores del crimen
La madrugada del 10 de abril de 1980, el exministro de trabajo y reconocido jurista, Aníbal Aguilar Peñarrieta, fue víctima de un atentado terrorista. En horas de la mañana, dos fuertes estallidos en el frontis de su domicilio causaron múltiples destrozos en la infraestructura; además de dañar las viviendas aledañas. Las explosiones afectaron al Hospital del Niño de la Caja Nacional de Salud que se hallaban en el céntrico barrio de Miraflores.
Atribuyó el criminal suceso al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) y señaló que el motivo del atentado fue la información valiosa que permitía conocer a los involucrados en el asesinato del padre Espinal. Entre los que figuran en esa lista, están Rafael Loayza y Guido Benavides, ambos ex jefes del Departamento de Orden Político (DOP) en el periodo banzerista; además del coronel Luis Arce Gómez, jefe de Inteligencia del Ejército y varios nombres más.
Aguilar Peñarrieta denunció el Plan Cuchillos Largos elaborado por la inteligencia militar, que contenía una nómina de 116 objetivos a eliminar, entre los que se encontraban líderes políticos destacados como Marcelo Quiroga Santa Cruz, Walter Guevara Arze y Juan Lechín Oquendo, entre otros.
Los ejecutores del secuestro, tortura y asesinato serían los miembros del denominado “Grupo Alfa”, una organización paramilitar compuesta por el mayor Javier (Lince) Hinojosa, Guillermo Moscoso, Jaime Ramírez, Melquiades Torres, Julio Torrez Rivas y el capitán Tito Montaño. Todos ellos actuaban bajo la supervisión del coronel Luis Arce Gómez, entonces Jefe de Inteligencia del Ejército.
Luis Espinal fue conducido a las dependencias del Matadero Municipal, donde sus captores buscaban que confesara cuales eran las fuentes de información con las que llevaba adelante su trabajo periodístico. Él se negó terminantemente a develar quienes le proporcionaban información, razón por la que fue sometido a una brutal golpiza.
A pesar del castigo ejercido, no lograron obtener los nombres que buscaban; por lo que determinaron liquidarlo en horas de la madrugada. A través de una conversación telefónica, el coronel Arce Gómez dio la orden al mayor Hinojosa de ultimar al sacerdote. Trasladaron el cuerpo agonizante a un jeep para luego arrojarlo a una cuneta, donde los agentes Moscoso y Torrez procedieron a dispararle varios tiros en todo el cuerpo, asegurándose de no dejarlo con vida. Luego llevaron el cuerpo inerte cerca de la carretera, como una franca señal de amedrentamiento contra cualquier opositor a las Fuerzas Armadas.
Otra versión es la sostenida por Daimo Villarroel Paz, quien trabajó para los Servicios de Seguridad del Estado. Según sus propias declaraciones, llegó a conocer a los asesinos del Padre Espinal. El régimen de García Meza, con la intención de acallarlo, lo acusó de estar implicado en un caso de tráfico de armas. A raíz de ello fue tomado preso, aunque días después llegó a un acuerdo con sus captores para dejar el país. Según su versión, los autores del crimen serían los miembros de un comando paramilitar denominado “Los Albertos”.
La investigación del caso.
La intromisión y cooptación por parte de las fuerzas represivas en diferentes instituciones públicas facilitaba el encubrimiento de los autores y la manipulación del caso.
El director nacional de la DIN, el inspector general Adolfo Dávila, escoltado por un agente, se apersonó a radio Fides para invitar a su director, el padre Eduardo Pérez Iribarne, a identificar un cuerpo que fue encontrado horas atrás. Se trasladaron a la morgue del Hospital de Clínicas a las 4:30 de la tarde. Pérez estaba acompañado por el periodista Freddy Morales; ambos reconocieron el cadáver dando constancia de la identidad de Luis Espinal.
Al momento de reconocer el cuerpo, llamó fuertemente la atención que el cadáver se encontraba desnudo y lavado antes de ser identificado y evaluado por un perito en medicina forense. Este ilegal procedimiento impedía realizar estudios más específicos en materia de criminalística; como la obtención de huellas dactilares o de restos materiales, que desentrañaran las circunstancias y permitieran dar indicios de los autores del crimen.
En la misma sintonía –y sin tomar en cuenta todas las irregularidades cometidas– las acciones de los responsables de justicia fueron totalmente dilatorias. El fiscal de distrito, doctor Jorge Orías, mostró poco interés en realizar una investigación profunda. Cuando se le hacía algún reclamo o cuestionamiento, se excusaba diciendo que no podía proporcionar ninguna información con tal de no “entorpecer las investigaciones”.
Investigaciones en democracia.
El 10 de octubre de 1982, tras 18 años de dictaduras militares, las luchas de los sectores populares hicieron posible el retorno a un sistema democrático. La llegada a la presidencia de Hernán Siles Suazo con la Unidad Democrática y Popular (UDP), dio inicio a un nuevo ciclo político. Se consideró primordial esclarecer las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los gobiernos de facto; estableciendo la necesidad de hacer justicia para evitar la impunidad de los culpables de estos delitos.
El flamante gobierno nacional impulsó una serie de medidas para establecer la verdad de los hechos. Es destacable la creación de la primera comisión de desaparecidos forzados en América Latina. Años más tarde, en 1986, estos esfuerzos permitieron llevar al banquillo de los acusados al general Luis García Meza.
Se pudo determinar que el asesinato de Espinal denotaba una minuciosa y prolongada planificación. Días antes de su secuestro, los vecinos de la zona de Miraflores se habían percatado que la calle y la plazoleta cercana a su domicilio eran permanentemente vigiladas por personal de la DIN vestido de civil. A pesar de tener datos precisos sobre él, dejaron pasar más de cuatro horas desde el momento del hallazgo de su cuerpo hasta comunicar a los jesuitas sobre su aparición. ¿Cuál la razón de esta demora? En ese trascurso de tiempo, es altamente probable que se eliminaran pruebas y se manipularan muchos elementos de juicio que podría esclarecer su crimen.
El 21 de febrero de 1983, el Ministerio del Interior detuvo a quince personas acusadas de varios crímenes efectuados por la dictadura militar; entre ellos, el asesinato de Luis Espinal. Las declaraciones de los implicados permitieron establecer algunos hitos importantes:
- Espinal fue llevado a la DIN antes que a la morgue. Una vez encontrado el cadáver, habría sido trasladado a las instalaciones de la DIN para ser desvestido y lavado. Esta acción permitió borrar indicios importantes que pudieron ayudar a identificar a los autores del asesinato. El cuerpo permaneció por tres horas en estas instalaciones, donde el mismo Guido Benavides, acusado de ser autor intelectual del crimen, pudo supervisar estas acciones. Por lo tanto, no se siguió el procedimiento legal del levantamiento del cadáver, que establece el traslado inmediato a la morgue, desde el lugar donde se lo ha encontrado. Otra prueba: la sabana con la que estaba cubierto el cuerpo de Espinal en la morgue, pertenecía al laboratorio de criminalística de la DIN.
- Varios de los paramilitares detenidos coincidieron en señalar al suboficial de ejército, Juan Eduardo Rodríguez Ávila, junto con Daniel Torrico, Galo Trujillo y Víctor Barrenechea Aramayo, como los autores materiales del asesinato. Rodríguez se desempeñó como jefe de seguridad del coronel Arce Gómez y circulaba por el país con identidad falsa.
- En el interrogatorio se menciona en reiteradas oportunidades el nombre de Julio Torres Rivas, conocido torturador y ex agente del banzerismo. Este individuo fue elegido –a principios de enero de 1980– como máximo dirigente de los matarifes de la ciudad de La Paz. Los porteros del matadero de esa época indicaron haberlo visto en las inmediaciones del lugar la noche del 21 de marzo, con un maletín de oficina y traje negro.
- La niña Graciela Arce Manu, hija del portero del matadero, indicó haber escuchado en la madrugada del 22 de marzo, el ruido de un motorizado en las cercanías. Se trataba de un camión Sauver rojo de dónde dos hombres sacaron un bulto envuelto en una sábana blanca. En principio, la niña pensó que se trataba de una res, pero luego se cercioró de que era una persona en posición fetal, cuya cabeza era visible.
El asesinato de Luis Espinal no fue incluido en el juicio de responsabilidades contra el Gral. Luis García Meza y sus colaboradores. Esta omisión fue argumentada so pretexto de que el crimen se perpetró en el periodo de un gobierno constitucional.
Luis Arce Gómez, en declaraciones a la Comisión de la Verdad, efectuadas el 25 de septiembre de 2018 en el penal de Chonchocoro, afirmó que fue el militar Javier Hinojosa Valdez quien mató a Luis Espinal a instancias del Gral. Jaime Niño de Guzmán, quien supuestamente estaba siendo investigado por el periódico Aquí, por supuestos actos de corrupción.
Comisión de la Verdad. Memoria histórica de las investigaciones.
Período de dictaduras 1964 – 1982