EL GOBIERNO DE LA TRAGEDIA
Es falso que la enfermedad no discrimina (que llega a todos por igual); porque la epidemiología del covid-19 está, lamentablemente, determinada por las condiciones sociales y políticas de una población.
Es evidente que la administración de la salud pública (en manos de la derecha) no solo está agravando las desigualdades preexistentes (afecta más a los pobres) sino que es una regresión a antiguas estructuras racistas. El régimen de facto es un gobierno de la tragedia.
Ya estamos viendo que, aparte de la corrupción y el robo descarado, la crisis económica trae desempleo y pobreza, la pésima gestión de la crisis sanitaria anula el derecho a la salud de todos y la cobertura de la educación virtual empeora las brechas digitales, que tendrá efectos nefastos en el desarrollo humano.
Y todo ello ¿a quiénes afecta de peor manera? A los de siempre: la población proveniente del área rural y sectores populares. A eso hay que sumarle, para el colmo, que el régimen actual (y las clases medias-altas que los apoyan) son profundamente racistas, violentos, retrógrados… que (tal como siempre fue la oligarquía tradicional) solo les interesa quedarse en el poder para saquear.
Pero hay que guardar la esperanza en la lucha popular. Ahora orientada más a la vía electoral —la idea de democracia se asentó mejor en las masas que en las élites— pero también a la sublevación; porque francamente el golpismo solamente ya se sostiene en el apoyo militar-policial (por lealtad étnica y de clase). Y la lucha social también es cultural (que cuestiona las relaciones de poder), de ahí el símbolo de la wiphala, de ahí que apoyamos una celebración como el Año Nuevo, el Willka Kuti…
(Jaqi jikjirinaka)