El tren de Aragua: El monstruo terrorista creado por la CIA para América Latina
«Yo fui director de la CIA. Mentimos, engañamos, robamos …
Tenemos cursos de entrenamiento para llevar a cabo todo eso».
Mike Pompeo exsecretario de Estado de EE. UU
En su afán de dominar el mundo, Estados Unidos intervino militarmente sobre los países del medio oriente, cargados de ingentes recursos naturales, usando además de sus tropas, a los propios árabes, aprovechando las diferencias religiosas en el mundo musulmán. Así, inventó mediante la CIA tanto a Al Qaeda como el ISIS, ambas tenebrosas creaciones de la CIA como ya lo reconocen incluso ex comandantes de la OTAN.
En América Latina, el factor religioso no es el determinante, aunque la presencia de iglesias protestantes no ha dejado de preocupar a la iglesia católica. Pero en eso no hay problemas. En esas condiciones, ¿Cuál podría ser el tema o problema que puede ser utilizado por el imperialismo para ser su cabecera de playa sobre el territorio latinoamericano?
Es la pobreza que ha producido bolsones de población que desarrollan sus estrategias de sobrevivencia en base a actividades ilegales generalmente relacionadas con el hurto, el robo y el trafico de drogas en condición de mulas. Por eso, las cárceles de nuestra región están repletas de personas no sentenciadas por este tipo de delitos.
Los pobres para sobrevivir en muchos casos deben usar la delincuencia como estrategia de sobrevivencia, lo cual, si bien es condenado por las sociedades y especialmente por las clases medias, es una realidad que empieza a ser parte del paisaje de la pobreza de nuestros países.
Los pobres de estos bolsones de pobreza, se organizan en territorios olvidados por los estados, y constituyen “territorios liberados” donde se organizan en favelas, villas, asentamientos, sin techo, en los que las condiciones de vida son las mas básicas y donde todos los habitantes, tienen conciencia de su condición de pobreza produciéndose una cultura de la pobreza, en la que la actividad delincuencial que tiene como objetivo la sobrevivencia, es socialmente aceptada, aunque “no permitida”. Generalmente las Policías no tiene ingreso a estos reservados lugares.
Esta realidad está refrendada en estudios socio culturales y económicos financiados por la Ford Foundacion , Fullbright, Duke, etc. que han logrado advertir que estos pobres organizados pueden ser un verdadero ejército de ocupación que coadyuven a las acciones de injerencia digitadas desde las metrópolis. O sea, los gringos en sus aventuras de ocupación tampoco ponen los muertos: son los “mercenarios locales” que, vendidos por sólo un futuro prometido, son capaces de producir el máximo daño a los enemigos de sus jefes, aún sean sus hermanos, primos o amigos del barrio.
Un rasgo de los grupos como el mencionado es la crueldad llevada a límites de terror. Mutilaciones como pruebas de vida, asesinatos con descuartizamiento, videos en los que se los ve jugando futbol con las cabezas de sus víctimas, son prácticas que parecerían extractadas de mentes siniestras, pero que, a la hora de actuar, se convierten en parte de su guerra psicológica para aparentar ser invencibles. Esta es otra de las variaciones de las guerras híbridas a las que estamos sometidos.
De esta manera El Tren de Aragua ha convertido la inseguridad ciudadana expresada en secuestros, extorsiones, sicariato, protección obligada, “alquileres” forzados, en un negocio que les permite forjar un poder mafioso local que ejerce el terror y lo más peligroso, con complicidad de funcionarios policiales que trabajan para la CIA, lo cual, no es ninguna novedad en la realidad de los países de nuestra América Latina.
En este contexto, es posible explicarse la nueva doctrina de seguridad continental de los Estados Unidos, que sostiene que el nuevo enemigo a combatir, es la Delincuencia Internacional, entendida esta, como toda acción organizada de organismos que, en su funcionamiento transfronterizo, afecten a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Por esta vía, y con cualquier pretexto, se criminalizará en todo el continente toda forma de resistencia a los intereses norteamericanos con calificativos como terrorismo, comunismo, comunitarismo, sindicalismo que son expresiones ideológicas y políticas de carácter colectivo, que se convierten en argumentos que develan los objetivos del individualismo neoliberal y el capitalismo unipolar, que no duda en adquirir una actuación fascista cuando lo necesita.
Los represores en terreno, “en guerra sucia”, cual bandas parapoliciales/paramilitares, son justamente los organismos creados por la CIA, como el Tren de Aragua en América Latina o ISIS ó Al Qaeda en el medio oriente.
La sociedad boliviana en su conjunto y en especial las organizaciones sociales, deben estar atentos a esta presencia, para erradicarla e impedir otra de las formas de injerencia norteamericana, que también empieza a controlar carteles del narcotráfico y a sus socios locales.
Julio Chambilla
Chuquiago Marka, Qhulliphaxsi