Globalización Ilegal
Narcotráfico: entre 300 y 500 billones de dólares al año; Trata y tráfico de personas: 35 billones; Tráfico de fauna y flora, 32 billones. Facebook: 9 mil millones. El PIB nominal de Bolivia: 35 mil millones de dólares. Un boliviano promedio gana por debajo de los 400 dólares. La globalización vino también con un lado oscuro y hoy se puede afirmar, con más vehemencia que antes, que no existe tal cosa como una fortuna inocente.
La división internacional del trabajo tiene una cara visible, que la condena a producir gas, litio, madera, soya o castaña en el mejor de los casos, para el mercado internacional a precios contingentes, impredecibles y siempre inestables. Pero también tiene una cara invisible. Esa cara invisible se llama globalización ilícita, y es la que determina de dónde vendrás las mujeres secuestradas para ser prostituidas, y dónde estarán concentrados los campos de producción de cocaína y mariguana para el entretenimiento de los jóvenes del primer mundo.
Lo que es peor, ésta división internacional del trabajo clandestina no es menos influyente por ser menos pública. Las cifras que mencionábamos líneas arriba explican cómo es que los carteles, las maras y las pandillas de ésta parte del mundo se han convertido en un problema de dimensiones geopolíticas con tremendas y fatales consecuencias para los latinoamericanos, africanos y asiáticos. Se basa en una premisa no menos perversa que sus consecuencias: si algo es prohibido, la dificultad de su comercialización y su relativa escasez lo hacen más valioso.
Como lo dice Peter Andreas, uno de los académicos pioneros en éste campo (y autor del término Política Económica Internacional Ilícita): “De tal forma como la Política Económica Internacional es convencionalmente definida como la relación entre Estados y mercados internacionales, la Política Económica Internacional Ilícita puede ser definida como la relación entre Estados y mercados internacionales ilegales. A través del monopolio del poder para criminalizar ciertos sectores económicos, el Estado define los límites de actividades comerciales ilegales”
Bolivia produce por encima de las 22 mil hectáreas de hoja de coca anualmente. Colombia produce más de 100 mil. Perú genera 43 mil aproximadamente. De acuerdo al último informe de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP) Colombia y Perú tuvieron incrementos récord en la producción de la hoja de coca. En el primer caso, cercano al 15% en el último año y en el segundo, un crecimiento máximo de 88.2000 hectáreas. El incremento de la violencia rural y la producción de cocaína en ambos países, registrados el último año, demuestra dos cosas: la desertificación forzada produce efectos contrarios a los propuestos y estimula, de hecho, el tráfico y la producción de estufacientes.
Ahora reflexionemos. ¿Son éstos países los principales consumidores de cocaína en el mundo? No, estos son Argentina, España, Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, los países sancionados internacionalmente por éste problema son los del Tercer Mundo, sin mencionar que son ellos los que cargan con las peores consecuencias o externalidades de éstos mercados. ¿Condenarán tan severamente otras actividades económicas ilícitas como el lavado de dinero? ¿Con paraísos fiscales en las Islas Caimanes y Suiza?
Lo mismo en cuanto a la trata y tráfico de personas, cuyos mercados se encuentran principalmente en Europa y EE.UU. Es en estas regiones donde van a parar la mayor parte de las niñas y niños secuestrados en todo el mundo para alimentar las industrias de la prostitución y la pornografía.
¿Y me van a decir que el problema es la coca de Bolivia?
Carlos Ernesto Moldiz Castillo
Colectivo Revolucionario Plurinacional