LOS VENCEDORES DE AYACUCHO
El pasado 9 de diciembre de 2024 nuestra América asistió a la celebración bicentenaria más importante de su historia, la que evocó con particular emoción la obra magna de nuestra emancipación: La Batalla de Ayacucho.
La gesta libertadora de Ayacucho, solo fue posible gracias al decidido concurso de miles de valerosos patriotas, hombres y mujeres provenientes de todos los rincones del continente, algunos incluso venidos desde Europa, ellos con su inigualable sacrificio, y bajo la dirección del más brillante y talentoso oficial de la gesta emancipadora americana, el ilustre general Antonio José de Sucre, pusieron fin en Ayacucho a tres siglos de oprobiosa dominación colonial española.
Para nada importó que el poderoso adversario interpusiera un ejército que duplicaba en número al de los patriotas. Los 5.780 efectivos que bajo las banderas del Perú y Colombia conformaban el Ejército Unido Libertador extremaron sus esfuerzos y nos obsequiaron un triunfo que quedará en las páginas de la historia como el más grande e importante de la gesta libertadora americana.
Los nombres de Antonio José de Sucre, José María Córdova, José La Mar, Guillermo Miller, Jacinto Lara y Agustín Gamarra quedaran ligados por siempre a Ayacucho como los principales comandantes de esta imborrable empresa patriótica. Sin embargo, justo también es recordar a otros hombres y mujeres, del Ejército Libertador, y de las milicias populares, que abonaron con su sangre la sagrada Pampa de Ayacucho. Los Carreño, Oliva, Urquiola, Torres, Zornosa y tantos otros, más de 300 en total, pagaron con su vida nuestro impostergable deseo de tener patria.
Ayacucho cerró con broche de oro el largo ciclo de luchas por la primera independencia de América, propició el nacimiento de Bolivia y consolidó la unidad latinoamericana y caribeña. A partir de ese histórico triunfo, y dueños ya de nuestro propio destino, se pudieron implementar en las naciones bolivarianas un conjunto de reformas políticas y sociales orientadas a revertir siglos de injusticia y explotación, ese fue el sueño de los libertadores y fue también el anhelo de nuestro pueblo, no obstante, pese a la buena voluntad de unos y otros, esa parte de obra libertaria encontró férreos obstáculos y quedó parcialmente inconclusa.
Dos siglos han transcurrido desde aquella gloriosa jornada libertaria del 9 de diciembre de 1824 y podemos afirmar, con absoluta firmeza, que los valores y principios patrióticos que empeñaron nuestros héroes en Ayacucho continúan siendo hoy más necesarios que nunca, no solo para hacer frente a la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la corrupción, sino también para afrontar con éxito cualquier intento, nacional o extranjero, de subvertir el orden democrático y tornarnos a la esclavitud. ¡Ayer, hoy, mañana y siempre seamos vencedores, como en Ayacucho!
Orlando Rincones Montes