No Justice No Peace: El agotamiento del sistema norteamericano

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Desde el 25 de mayo tras el brutal asesinato de George Floyd en Minneapolis, la ciudad más grande del estado de Minnesota, en manos de un policía abiertamente declarado afín a la ideología supremasista blanca; Estados Unidos de Norteamérica retumba bajo un mismo grito: “No Justice No Peace”. El presidente Donald Trump ha culpado de las protestas al colectivo antifascista Antifa proponiendo su inclusión en la lista de organizaciones terroristas del país. Las connotaciones de las protestas en plena pandemia tienen una carga histórica de conflictos sociales irresueltos y el claro repudio a un sistema agotado.

Durante su campaña electoral Donald Trump expresó abiertamente su afinidad por grupos supremasistas blancos bajo el lema “Make America great again” con diferentes matices de cargas raciales. Durante su gobierno ha impulsado políticas y expresado posturas anti inmigrantes y anti islamicas. Su gobierno se ha caracterizado por la exacerbación de las diferencias culturales entre el americano caucásico con el resto de la población. Mientras sobrecargaba un polo racial la subalternidad despreciada se organizaba al margen del sistema político bi partidario. Antifa es sólo la reacción lógica y natural desde la sociedad civil organizada al populismo fascista de Trump. La ficción de equilibrio social en la sociedad americana fue quebrada definitivamente por Trump. La consecuencia las protestas exacerbadas que le han obligado a declarar toque de queda en más de 40 ciudades del país.

El aparente sistema perfecto americano se ha agotado. Los pilares que lo sostenían han demostrado su obsolencia. Uno de esos pilares, la doctrina del libre mercado, fue puesta a prueba por las múltiples crisis financieras y económicas que azotaron al mundo y de las cuales Estados Unidos ha salido rescatando a los grandes capitales del sistema y olvidando a su población. La reactivación económica planteada por Trump no se llegó a materializar tal cual la promesa electoral. El pilar de la industria cultural, que sostenía la superestructura norteamericana, ha sido puesto a prueba por el coronavirus demostrándose que el individualismo es obsoleto cuando rigen lógicas de solidaridad, cuando el sentido común demanda la gratuidad y eficiencia de los sistemas sanitarios. Cuando lo colectivo y comunitario se sobrepone a la ideología del individualismo capitalista. Cuando el dinero no basta para bien-estar.

El agotamiento del sistema encuentra su explicación en la destrucción de uno de los pilares más importantes: la confianza en la justicia. El grito No justice No peace refleja claramente esa desilusión por una justicia que no existe, que discrimina, que es permisiva y hasta protectora del opresor naturalizando los crímenes de odio y raciales. El sistema norteamericano se ha agotado en sus doctrinas económicas, culturales y de convivencia social. Por ello el pataleo de Trump recurriendo a la simbología bíblica que no es más que un sistema de preceptos ético inmorales que regulan el comportamiento en base a leyes divinas. Cuando el orden consensuado de los hombres se rompe, el poder recurre al orden divino.

Mientras la sabiduría popular autoconvocada clama: No Justice No Peace, Trump inventa la excusa política más recurrente de la historia moderna norteamericana: el supuesto terrorismo. Todo imperio encuentra su final, como hace bastante tiempo ya lo encontró Estados Unidos que prolonga su agonía en lugar de reformular sus pilares económicos, culturales y sociales.

Gabriel Villalba Pérez

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