Un Oscar a la política exterior de EEUU
La gala de los Oscar es un evento concita, un alto rating televisivo a nivel mundial, sobre todo en estos tiempos dónde Hollywood se ha aperturado a que industrias como Bollywood de la India o el cine coreano por su calidad cinematográfica y producción participen dentro de las nominaciones y compitan por los ansiados premios Oscar.
Sin embargo, cómo en todo, la industria cinematográfica Hollywoodense no está exenta de ser influenciada por la política estadounidense, en la historia de los premios Oscar muchas veces la ceremonia ha sido la palestra para enviar mensajes políticos, en forma de discursos, reconocimientos o películas premiadas, los Oscar siempre se han teñido del timing político de la época; Esto en gran medida pudo hacerse evidente en la última premiación de los Oscar de una manera sutil y a través de algunos signos que nos llevan a corroborar esta afirmación.
La ceremonia estuvo cargada de mensajes políticos tanto explícitos como subrepticios, uno de estos mensajes evidentes fue el premio Oscar a mejor documental “Navalny”, una obra del canadiense Daniel Roher disponible en la plataforma HBO, es un documental anti-putin y consecuentemente destinado a llevarse loas por esta característica; para recoger el premio, que mejor representante que la esposa y el hijo del político opositor Ruso Alexeí Navalny enviando un discurso sobre libertad y democracia.
Otra curiosidad, fue que la película “Top Gun Maverick” fue nominada a mejor película sin muchos méritos, y quizás como una muestra de que, aquellas películas destinadas a enaltecer el patriotismo y militarismo norteamericano merecen un sitial en el podio o por lo menos llegar a las finales, porque ya son parte de la cultura cinematográfica construida o por lo menos de aquella que glorifica la guerra.
Pero el culmen de esta premiación y la evidencia de la politización de la ceremonia se dio cuando la favorita a ganar el premio mayor fue relegada por el mensaje que contenía y se quedó cómo el perdedor de la noche.
Me refiero a la película “Sin novedad en el frente”, una producción alemana muy bien realizada basada en la obra del escritor alemán Erich Paul Remark publicada en 1929, que cuenta de primera mano la desgarradora experiencia vivida como soldado en la 1ra guerra mundial. El libro en cuestión fue prohibido durante la Alemania nazi, por considerarlo una herejía contra el nacionalismo.
La obra fue recogida y trabajada a través de una magnifica y minuciosa adaptación a guion de Lesley Peterson e Ian Stokell y bajo la dirección de Edward Berger se pudo conseguir un producto muy bien realizado, una pieza cinematográfica de época. La película estaba nominada a 9 premios Oscar, de los cuales se llevó 4 incluyendo el premio a mejor cinematografía y a mejor película extranjera. Sin embargo no ganó el premio a mejor película y ahí surge la interrogante ¿por qué?
Quizás la respuesta sea evidente, el guion antibelicista de la película emite un mensaje poderoso, sobre todo a las nuevas generaciones, porque versa sobre los horrores de la primera guerra mundial, la forma cómo se conducen las guerras y el papel de la juventud en todo evento bélico.
La realización de esta película en tiempos en los que la guerra de Ucrania es alentada por EEUU, la forma en la que la película denuncia, la forma en como generaciones son empujadas a la guerra y como la incertidumbre envuelve todo conflicto, y que no solo son factores militares los que determinan el curso de la guerra sino también y principalmente los políticos, manifiestan la intencionalidad del director, guionista y productores, que logran con excelente montaje y desarrollo, hacer de la película “Sin novedad en el frente” una obra magistral y antibélica por antonomasia.
Finalmente “Sin novedad en el frente”, no se llevó la estatuilla a mejor película y quizás esto sea reflejo de que los EE. UU. tiene las intenciones claras de seguir alentando la guerra en el teatro de operaciones europeo, por eso las declaraciones de Biden y su oposición a un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania confirman que, lo que menos quiere EE. UU. es la paz.
Quizás la relación entre cine y política es más íntima de lo que entendamos, y que una película antibelicista no puede coronarse ganadora en tiempos en los que los intereses de EE. UU. van a contracorriente, por eso Hollywood y la academia prefieren virar la vista y concentrarse en distopias o universos paralelos, mientras la realidad y la guerra discurren al otro lado del globo produciendo sus atrocidades. Pero si alguien merece realmente un premio sea el Oscar u otro premio a peor película del mundo, es la política exterior estadounidense, cuya influencia silenciosa aparece hasta donde no queremos verla.
Por: Roy Estrada